Ecuador:497 niños trabajan en los basurales
La mujer de piel morena, de baja estatura y contextura
gruesa hurga una y otra vez entre los desechos para clasificar el
plástico, vidrio, cartón y metales en el basural de Quevedo (Los Ríos).
Es así como Isabel B. con sus tres hijos, una niña de 13 y dos varones
de 10 y 7 años, aseguran el sustento diario.
11-02-2008 -
Esta humilde familia es una de
las tantas que viven en el botadero de basura. Allí ordena los desechos
en largas y sacrificadas jornadas de 06:00 a 18:00. Después, los vende
a los recicladores.
Esta realidad se repite en 11 basurales de Los Ríos,
Manabí y El Oro, en donde se armó una campaña para rescatar a más de
300 niños y niñas trabajadores.
La iniciativa fue lanzada ayer en Portoviejo, Manabí, por el Ministerio de Trabajo, el Innfa, la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), el Conepti, el Centro de Desarrollo y Autogestión (DyA), Unicef y el Programa de Erradicación de Trabajo Infantil Proniño.
El
plan cuenta con un presupuesto de USD 170 000 y consistirá en
capacitar y concienciar a los infantes para luego reinsertarlos al
sistema escolar.
Isabel -que está separada de su marido- espera que la
campaña le ayude porque su situación es crítica. “El Innfa me ha pedido
que no traiga a mis hijos al basurero, pero yo no puedo dejarlos solos
en casa, porque no tengo quién los cuide”.
La madre prepara el desayuno y el almuerzo en el
basural. Allí, junto a los desechos putrefactos y asediados por
millares de moscas y olores fétidos, ella y sus hijos comen sopa y
arroz con sardina.
Cuando se le pregunta si sus pequeños se enferman, la
mujer sonríe y responde “¡no!”. Su hijo de 10 años interrumpe y
comenta en broma: “Afuera (del basural) me enfermo, aquí me curo”. Su
hermano menor, que camina descalzo y sin camisa, se suma a la
conversación y añade en tono jocoso. “Yo no me enfermo porque los
gallinazos son mis amigos”. Su hermana de 13 años sonríe.
El ambiente en el botadero de Quevedo es deplorable. El
hedor de los desechos orgánicos en descomposición es penetrante. A
veces se asemeja a excremento, a mortecina, a marisco podrido…
Por doquiera que se pisa hay basura maloliente. En
varias partes existen lagunas de agua putrefacta producto de la lluvia
y del fluido de la descomposición. Los gallinazos se pelean por los
desperdicios y se juntan con niños, niñas y adultos cuando hurgan en
los desechos.
En ese entorno trabajan y juegan los hijos de Isabel
sin ninguna protección. Pero no son los únicos, comenta ella. “Hay días
que llegan más de 50 niños, niñas y adolescentes a trabajar con sus
padres en la chamba. Otros llegan por cuenta propia a ganarse algo”.
El año pasado, el Instituto de la Niñez y la Familia
registró a 90 niños y niñas pobres que trabajan en el basural de la
capital de Los Ríos. Rosa Checa, coordinadora del
Innfa en el norte de la provincia, asegura que incluso existen familias que viven en el basural.
Los indicadores
En el 2002, la OIT
detectó 497 niños recicladores de basura en 13 ciudades del país. De
esta cifra, el 67% era niños y el 33% niñas. El 67% trabajaba en los
botaderos con sus padres y madres; el 33% restante, por cuenta propia.
El plan de erradicación del trabajo busca separar a
los niños de los basurales, con servicios de salud, apoyo pedagógico,
recreación y educación. Además, se ofrecerán capacitaciones técnicas
para que las familias mejoren sus ingresos, a través de actividades
complementarias.
EL comercio