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30 de Enero, 2008
Esta es una entrevista que me envio el c. José Ramos Bosmediano, un documento que pense que se me habia perdido, y que limpiando mi archivo (email) mi biblioteca virtual, la encontré , hace ya cerca de un año de esta, y el fondo sigue aún vigente. ________________________________________
Una importante entrevista para ser estudiada:
"En vísperas de Nairobi, Giuliano Battiston entrevista para Il Manifesto al economista Samir Amin, presidente del Foro Mundial de las Alternativas. Entre los asuntos abordados, el de la inconsistencia del proyecto europeo en el que participaron los representantes de las grandes fuerzas sociales víctimas de las políticas capitalistas".
Por una educación liberadora, con alegría, esperanza, democracia, sólida formación de los docentes, unidad gremial, y rigor científico..
Dirección de Comunicaciones. Foro Freire. Entrevista a Samir Amin, Economista egipcio.
Comienza el Foro Social en Nairobi.
24 DE ENERO DEL 2007
En vísperas de Nairobi, Giuliano Battiston entrevista para Il Manifesto al economista Samir Amin, presidente del Foro Mundial de las Alternativas. Entre los asuntos abordados, el de la inconsistencia del proyecto europeo. De las primeras reuniones de que surgió el Foro social, la que acabó llamándose "anti-Davos", pequeña pero marcadamente simbólica: participaron los representantes de las grandes fuerzas sociales víctimas de las políticas capitalistas.
¿Un capitalismo con rostro humano? «Pura ilusión». ¿Altermundialismo moderado? «Una ingenuidad». ¿Europa? «Aún no existe». Alejado de la circunspecta retórica del politically correct, incansable promotor de alternativas políticas y económicas al dogma neoliberal dominante, el economista egipcio Samir Amin ha hecho del lenguaje franco, del rigor analítico y de la pasión militante los instrumentos de su inveterada batalla por anteponer el hombre y sus necesidades al beneficio. Convencido partidario de la necesidad de acompañar las reivindicaciones de justicia social y la crítica de las desigualdades intrínsecas a la globalización capitalista de una radicalización de la lucha política capaz de unificar las multiformes energías de los movimientos altermundialistas, Samir Amin es un autor extremadamente prolífico. Sus textos son leídos y discutidos por cuantos pretenden transformar la heterogeneidad de «movimientos» en un actor político colectivo, no menos que por quienes temen las derivas politizadas de los mismos.
De acuerdo con una cierta vulgata liberal y conservadora, no sólo el mercado sería el único instrumento de regulación de la sociedad, sino que la misma promoción y universalización de los derechos dependería de los procesos de globalización económica. ¿Cómo habría que articular la relación entre globalización, en su forma actual, y derechos fundamentales?
El discurso de la ideología dominante, que establece una absoluta igualdad entre democracia y mercado, fundándose en la cual sostiene que no hay democracia sin mercado –y que el mercado mismo crea las condiciones para que se afiance la democracia—, es un discurso vulgar, puramente propagandístico, que no tiene nada que ver con la realidad histórica ni con su análisis científico. En cambio, hay una contradicción absolutamente fundamental en esa retórica dominante que, reduciendo la democracia a su dimensión meramente política, y tal dimensión sólo a la democracia representativa, la disocia de la cuestión social, que se supone regulable por el funcionamiento del mercado, o por mejor decir, de un mercado imaginario. La teoría del capitalismo imaginario de los economistas convencionales, para quienes el mercado generalizado tendería al equilibrio, supone que la sociedad está sencillamente compuesta por el conjunto de los individuos que la componen, sin tomar en cuenta las formas de la organización social, la pertenencia a la familia, a la clase social, a la nacionalidad: olvidando, pues, lo que para Marx era una verdad natural –recogida luego especialmente por Karl Polanyi—, y es a saber: que los valores económicos están "incrustados" en la realidad social.
Si entre mercado global y derechos fundamentales existe una contradicción fundamental, ¿con qué instrumentos podría construirse una vía que permitiera superar la contradicción?
No tengo recetas, pero sugiero discutir con la perspectiva de lanzar estrategias de lucha común en torno de algunos puntos fundamentales, el primero de los cuales pivota sobre la idea de que no puede haber auténtica democracia sin progreso social. Es un objetivo que va en la dirección exactamente opuesta al discurso dominante, el cual, según se ha visto, disocia ambos términos, y que anda lejos del pensamiento de los bienpensantes, social-liberales y socialdemócratas, quienes suponen que los efectos negativos del capitalismo pueden mitigarse mediante una reglamentación social parcial. Quizá habría que preterir el término "democracia" y hablar más bien de "democratización", entendida como un proceso sin fin; y recordar que la necesidad de asociar la democracia al progreso social es un objetivo que cumple a todos los países del mundo. También en los países llamados democráticos la democracia está en crisis: precisamente porque, disociada de la cuestión social, queda reducida a democracia representativa, y la solución de los problemas económicos y sociales se transfiere al mercado. Es una vía muy peligrosa: en Italia, como en otras partes, habéis votado libremente (o casi, visto que el sufragio viene muy condicionado por los medios de comunicación) , y sin embargo, muchos se preguntan: para qué votar, si el parlamento afirma que algunas decisiones las imponen el mercado y la globalización. Así, la democracia se deslegitima, y se corre el riesgo de derivar a formas de neofascismo soft.
De acuerdo con su análisis, el capitalismo y la globalización han existido siempre, pero después de la II Guerra Mundial habríamos entrado en una nueva fase en la cual entra la estrategia de EEUU de extender la doctrina Monroe al planeta entero. ¿Cuáles son, a su parecer, las características de esta nueva fase de la globalización, y cuáles los objetivos prioritarios de la estrategia estadounidense?
En la base de esta nueva fase hay una transformación de la naturaleza del imperialismo ((hablo de imperialismo, y no de "imperio" como Toni Negri): si hasta finales de La II Guerra Mundial el imperialismo se conjugaba en plural y las potencias imperialistas estaban en permanente conflicto entre sí, luego hemos asistido a una transformación estructural que ha dado a luz al imperialismo colectivo que yo llamo de la "tríada": simplificando un poco, EEUU, Europa y Japón, es decir, el conjunto de los segmentos dominantes del capital que tienen intereses comunes en la gestión del sistema mundial. Este sistema, que representa una forma de nuevo imperialismo frente al 85% de la población mundial, "requiere" la guerra. Este es precisamente el punto en que se pone de manifiesto el proyecto del establishment americano, que refleja la orientación de la mayoría de la clase dirigente estadounidense, dispuesta a controlar militarmente el planeta. Los EEUU han optado por desencadenar el primer ataque sobre Oriente Medio por una serie de motivos, dos en particular: por el petróleo y, a través del control militar de las principales regiones petroleras del planeta, para ejercer un liderazgo incontestado, a fin de constituirse en una amenaza permanente para todos los potenciales concurrentes económicos y políticos. Pero también porque disponen en la región de lo que yo defino como su portaviones fijo, el Estado de Israel, a través del cual se aseguran un instrumento de presión continuada, funcional ala ocupación de Palestina y, como se ha visto, también a la agresión al Líbano.
Usted ha sostenido que el militarismo agresivo de los EEUU no es tanto un sinónimo de fuerza, como, más bien, un medio para equilibrar su vulnerabilidad económica. ¿Podría explicarnos mejor qué quiere decir?
De acuerdo con la teoría dominante, de la que desgraciadamente es también víctima gran parte de la opinión pública europea, la supremacía militar de los EEUU representaría la punta del iceberg de una superioridad en última término basada en la eficacia económica y en la hegemonía cultural. Pero la realidad es que los EEUU se hallan en una posición de extrema vulnerabilidad, que se manifiesta en el enorme déficit contraido en el comercio exterior, y de esa fragilidad deriva la opción estratégica de la clase dirigente de los EEUU que desemboca en el uso de la violencia militar. Existen documentos del Pentágono que demuestran que los EEUU han considerado posible una guerra atómica en que las víctimas podrían llegar a 600 millones: como ha escrito Daniel Ellsberg, cercad de 100 holocaustos.
Frente al protagonismo de los EEUU, Europa parece aún incapaz de articular un proyecto político realmente alternativo. ¿Cómo debería moverse?
Por ahora, y a despecho de tantos europeos que lo auguran, no creo que Europa esté en condiciones de llegar a ser un elemento alternativo a la hegemonía de los EEUU. Tendría que salir de la OTAN , romper la alianza militar con los EEUU y emanciparse del liberalismo. Sin embargo, en la hora presente, las fuerzas políticas y sociales europeas parecen interesadas en cualquier cosa menos en un proyecto de ese tipo, al punto que –como hiciera en su día el viejo PS italiano— han reforzado más bien el atlantismo y el alineamiento con la OTAN y el liberal-socialismo. No hay hoy otra Europa a la vista. Y en este sentido, Europa no existe: el proyecto europeo es simplemente la cara europea del proyecto norteamericano.
Sin embargo, los márgenes para construir "otra Europa" existen, y usted mismo ha hablado del conflicto de culturas políticas que opone Europa a los EEUU. Las culturas políticas de Europa se han formado en el curso de los últimos siglos en torno de la polarización entre derecha e izquierda: quien estaba a favor de la Ilustración , de la Revolución francesa, del movimiento obrero, de la Revolución rusa, a la izquierda; quien estaba en contra, a la derecha. La historia de Europa es la historia de culturas políticas del "no-consenso", que extienden el conflicto más allá de la versión reductiva de la lucha de clases. La cultura de los EEUU tiene en cambio otra historia, y se ha formado como una cultura del consenso: consenso sobre el genocidio de los indios, sobre el esclavismo, sobre el racismo. Y sobre el capitalismo, que no se ha puesto en cuestión en EEUU, y si hay lucha de clases, no hay politización de esa lucha. De hecho, las sucesivas migraciones, gracias a las cuales se ha constituido el pueblo americano, han substituido la formación de una consciencia política por una consciencia comunitarista. Asistimos hoy a un intento de "americanizar" Europa y de substituir la cultura del conflicto por la cultura del consenso: se pretende que no haya ya derecha e izquierda, que no haya ya ciudadanos, sino consumidores más o menos ricos.
El Foro social mundial, de acuerdo con una reconstrucción superficial que ha logrado cierto eco, habría nacido a la estela de la manifestaciones altermundialistas de Seattle. Sin embargo, la historia del Foro tiene una derivación mucho menos "occidental" de lo que se cree. ¿Puede contárnosla?
El Foro social mundial es una creación tan poco occidental que el primer encuentro fue en Brasil; luego –no por casualidad— los encuentros siguientes fueron en Bombay, Bamako, Caracas y Karachi, y el Foro que empieza mañana ha elegido como sede Nairobi. Conviene no olvidar, por lo demás, que en Seattle la Organización Mundial del Comercio fue paralizada no por los manifestantes norteamericanos, sino por el voto de la mayoría de los países en vías de desarrollo. Uno de los primeros encuentros que dieron vida al FSM fue el llamado "anti-Davos en Davos", la manifestación –pequeña, pero de gran valor simbólico— organizada en 1999 por el Foro mundial de las alternativas, gracias ala cual los representantes de las víctimas de las políticas del capitalismo liberal pudieron discutir la agenda oficial de Davos. Éramos pocos, pero representábamos grandes fuerzas sociales: sindicatos hindúes, coreanos, brasileños, organizaciones de mujeres y campesinos, asociaciones del África occidental, defensores de los derechos sociales, movimientos brasileños. De allí nació la idea de fijar un nuevo encuentro a una escala más grande.
(*)Samir Amin, presidente del Foro Social que se ha inaugurado en Nairobi, es un prestigioso economista de origen egipcio.
Red Latina sin fronteras:
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José Rouillon Delgado
"La alegría no es enemiga del rigor"
"Soy sustantivamente político, adjetivamente pedagogo"
Paulo Freire
X ANIVERSARIO DE PAULO FREIRE 1997-2007
peruforopaulofreire-subscribe@yahoogroups.com
Los cánceres profesionales: Una plaga social ignorada con demasiada frecuencia
Gracias
al aporte y colaboración de Laurent Vogel, Investigador de ETUI-REHS, y
Fernando Rodríguez del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud
(ISTAS), publicamos el libro: "Los cánceres profesionales: Una plaga social ignorada con demasiada frecuencia".
-- ----------------------------------------------------------- Carlos Ortiz Cornejo Director General Instituto Laboral Andino (ILA) Av. Paseo de la República No. 3832-Ofic. 502. Lima 27. PERÚ
Telefax: ++51-1-222-6124 Teléfono: ++51-1-421-7334 Correo electrónico: ila@ccla.org.pewww.ila.org.pe
Les presento un documento revelador que menciona a la OIT, las negritas son mias. _____________________________________________
Existe grave "déficit de empleo decente" en Latinoamérica: OIT
En América Latina hay al menos 17 millones de desempleados,
y en los principales países de la región 60 por ciento de los ocupados
están en la economía informal, por lo que hay un grave "déficit de
empleo decente", mientras los salarios están estancados, según la
Organización Internacional del Trabajo (OIT).
30-01-2008 - Agrega que por cada adulto sin trabajo, hay más de dos jóvenes que también están buscando un empleo.
En el Informe de coyuntura laboral 2007, difundido ayer por la OIT, se
detalla que la desocupación está en los mismos niveles de la primera
mitad de la década de los noventa, y la calidad de los puestos es muy
baja debido a que la mayoría no cuentan con prestaciones y son
inestables.
Indica que al cierre del año pasado disminuyó la tasa de desempleo en
Panamá, Argentina, Uruguay, República Boliviariana de Venezuela, Chile,
Co-lombia, Jamaica, Costa Rica y Honduras. Las reducciones me-nores se
produjeron en Barbados, Trinidad y Tobago, Brasil, Ecuador y Perú. Sin
embargo, en México la tasa de desocupación urbana aumentó ligeramente,
de 4.6 a 4.9 por ciento, y la nacional de 3.6 a 3.8 por ciento.
En cuanto al poder adquisitivo del salario mínimo, apunta la
organización, aumentó 4.7 por ciento en 18 países de la región, y
disminuyó en cinco: Guatemala, México, Panamá, Paraguay y Perú.
Discriminación laboral
En lo que se refiere a la calidad del empleo, afirma que siguió la
informalidad, que afecta a un alto porcentaje de trabajadores de la
región, y añade que a partir de la aplicación de una nueva metodología
se elevó la tasa de estimación de empleo informal en Colombia, Ecuador,
México, Panamá y Perú.
Así, en Colombia el porcentaje de trabajadores en la informalidad
asciende a más de 54 puntos; en Panamá, a 45; en Perú, a 43; en Ecuador
es de alrededor de 58, y en México de 63.
La OIT además apunta que en Ecuador, México y otros países las mujeres
presentaron mayores porcentajes de empleo informal que los hombres.
Afirma que hay un déficit de trabajo decente que persiste en la región
y afecta sobre todo a indígenas y afrodescendientes, y dentro de estos
grupos las mujeres son las más afectadas. Esto significa que hay
brechas de ingresos laborales importantes en estos sectores.
Por ello, abunda el documento, la Agenda hemisférica de la OIT para
generar trabajo decente (2006-2015) propone políticas para eliminar la
discriminación en el mercado laboral, ahondar en el conocimiento sobre
la magnitud y la dimensión del problema y reducir las barreras
existentes para la incorporación en condiciones de igualdad en los
grupos discriminados.
El informe añade que a pesar del buen resultado de algunos indicadores
laborales en la región, producto del fuerte crecimiento económico en
años recientes, persiste un alto porcentaje de la población que está en
condiciones laborales precarias, lo que incide en que no se reduzcan de
manera importante los niveles de pobreza.
Patricia Muñoz Ríos La Jornada
Guatemala: Álvaro Colom inaugurará una conferencia sindical internacional para combatir la impunidad
La finalidad de la conferencia es desarrollar y aplicar
estrategias políticas y sindicales que promuevan las normas
fundamentales del trabajo, reforzar la capacidad de los sindicatos de
combatir la impunidad y conseguir que se investiguen a fondo los
asesinatos de sindicalistas
30-01-2008 - La CSI, junto con sus organizaciones
regionales ORIT y CLAT , la Federación Internacional de los
Trabajadores del Transporte (ITF) y las principales centrales
sindicales de Guatemala -CGTG y CUSG- llevarán a cabo los días 29, 30 y
31 de enero una importante conferencia sindical internacional en la
ciudad de Guatemala para combatir la impunidad. En esta Conferencia,
cuya iniciación estará a cargo de Álvaro Colom, nuevo Presidente de
Guatemala, se discutirán importantes cuestiones como la lucha contra la
impunidad endémica y la delincuencia organizada, como así también la
construcción de un entorno donde los trabajadores y trabajadoras puedan
ejercer libremente sus derechos fundamentales.
A la conferencia asistirán personalidades clave del ámbito político,
sindical y social de Guatemala y América Central, junto con
representantes del movimiento sindical regional e internacional. La
finalidad de la conferencia es desarrollar y aplicar estrategias
políticas y sindicales que promuevan las normas fundamentales del
trabajo, reforzar la capacidad de los sindicatos de combatir la
impunidad y conseguir que se investiguen a fondo los asesinatos de
sindicalistas, a fin de hacer comparecer a los responsables de los
mismos ante la justicia.
Guatemala es uno de los países más peligrosos para los sindicalistas.
El ciudadano guatemalteco común y los trabajadores deben enfrentarse
cotidianamente con la corrupción, el tráfico de drogas y las maras
(pandillas juveniles). Casi 6.000 personas mueren anualmente en hechos
de violencia. Un promedio de dos mujeres muere por día, debido a lo
cual en Guatemala ahora se habla de “feminicidio”.
Con este telón de fondo, en enero de 2007 fue brutalmente asesinado
Pedro Zamora, Secretario General del Sindicato de Estibadores del
Puerto de Quetzal (STEPQ). La CSI respalda la campaña de la Federación
Internacional de los Trabajadores del Transporte para que se haga
comparecer a los asesinos ante la justicia y para que se ponga término
al clima de total impunidad que existe en Guatemala.
Guatemala tiene uno de los peores récords del mundo en lo concerniente
a crímenes no resueltos. En 2007, además de las frecuentísimas
violaciones de los derechos más fundamentales de los trabajadores, en
ese país no solamente tuvo lugar el asesinato de Zamora sino también
los de Walter Aníbal Ixcaquic Mendoza y Norma Sente de Ixcaquic -del
sindicato FESTRI-, de Marco Tulio Ramírez -del sindicato de bananeros-,
ocurrido en septiembre, y el ataque con armas pesadas contra la casa de
Carlos Mancilla, dirigente de la CUSG, perpetrado la víspera de Año
Nuevo.
Uno de los objetivos de la conferencia es ejercer una presión
internacional sobre el gobierno a fin de que éste finalmente termine
las investigaciones de todos los casos de asesinatos de sindicalistas
que están pendientes, sindicalistas que fueron muertos únicamente por
haber ejercido sus derechos de libertad sindical y negociación
colectiva. La conferencia desea asimismo conseguir que se haga
comparecer ante la justicia a los autores intelectuales y materiales de
esos hechos, conforme lo indica la ley.
Esta conferencia también ejercerá presión sobre el gobierno y los
empleadores para que respeten las normas fundamentales del trabajo de
la OIT, todas ellas ratificadas por Guatemala, y para que muestren de
manera concreta su pleno acatamiento de los convenios y recomendaciones
de la OIT.
“Esta conferencia sindical internacional instará al nuevo gobierno de
Álvaro Colom y a todos los interesados de Guatemala a luchar contra la
impunidad y la delincuencia organizada”, declaró Guy Ryder, Secretario
General de la CSI, quien agregó que: “Se debe reforzar el imperio de la
ley. El respeto de los derechos humanos y sindicales tiene que
convertirse en una prioridad en este país”.
CSI
El sindicalismo en la democratización de la empresa
El sindicalismo puede ser un movimiento reformador o,
habiendo cambiado tantas cosas, quedar reducido a una agencia técnica
(cooptada o no) por su contraparte. J.L. López Bulla
30-01-2008 - Estoy con el maestro Bruno Trentin: el
fordismo ha entrado ya en una crisis irreversible, aunque no se pueda
decir lo mismo del taylorismo. Vivimos, según creo, en un nuevo
paradigma que, por pura comodidad expositiva, definiré como
postfordista. Los rasgos más llamativos de esta nueva época son: 1) la
innovación-reestructuración de los aparatos productivos, 2) en el
contexto de la fortísima tendencia de la globalización
interdependiente, 3) que está poniendo en un brete a todas las
instituciones políticas que de manera acelerada están perdiendo no
pocos controles democráticos. En ese orden de cosas, las viejas
categorías de análisis de –por decirlo à la Polanyi— tan gran
transformación están en entredicho; y no pocas herramientas de medir
las cosas y sus correspondientes algoritmos están en un acelerado
proceso de descomposición. Hasta el mismo concepto y la misma fisicidad
de “la empresa” han cambiado espectacularmente. Demasiadas
complicaciones para un sujeto social, el sindicalismo confederal, que
nació y creció en la realidad de otras épocas que, afortunadamente,
nunca volverán.
Que el sindicalismo sea o pueda ser un sujeto capaz de democratizar la
empresa no es una certeza: es una deseable hipótesis que está
condicionada a si puede rehacer, a partir de ahora, su venerable e
importante biografía. Así pues, el sindicalismo puede ser un movimiento
reformador o, habiendo cambiado tantas cosas, quedar reducido a una
agencia técnica (cooptada o no) por su contraparte. Como es natural,
apuesto por lo primero, y se me erizan los pelos si (no interpretando
adecuadamente el cambio de metabolismo que representa el paradigma
postfordista) entra en el pantano de la agencia técnica. Ahora bien,
apostar por el sujeto plenamente reformador quiere decir que, también y
especialmente, el sujeto social debe cambiar espectacularmente si
quiere ejercer su papel de alteridad propositiva en su proyecto, en el
modo de cómo lo organiza y en su arquitectura de representatividad y
representación. Lo cierto es que-- aunque de manera incipiente y, tal
vez, excesivamente lento-- existen algunos elementos que indican que se
puede ser razonablemente optimista. Ahora bien, además de las
precondiciones que se proponen para que el sujeto reformador pueda
intervenir en las transformaciones que están en curso --y en que cierta
medida, como se ha dicho, parece que existen --hay un requisito que, a
mi juicio, no se tiene en consideración. Concretamente se trata de la
necesidad de una alianza entre el sindicalismo confederal y el mundo de
la intelligentzia.
Parto de la siguiente premisa: el movimiento organizado de los
trabajadores por sí sólo no puede abordar el desafío contemporáneo. Y
tengo para mí que no se trata, ni sólo ni principalmente, de un
problema de saberes limitados sino del carácter ontológico del
sindicalismo. Es más, el sindicalismo podría acumular más saberes y
conocimientos y no ser capaz de proponer un proyecto reformador creíble
y factible tanto para democratizar la empresa como para intervenir en
los desafíos de civilización: revalorizar el trabajo y pleno empleo,
desarrollo eco compatible y el welfare state, la relación entre lo
público y lo privado… Que tendría, además, como condición
imprescindible que el sindicalismo confederal se propusiera elaborar
los vínculos y compatibilidades que deberían caracterizar su proyecto
reformador. Como no quiero problemas de interpretación con ningún
astuto, aclaro lo siguiente: cuando hablo de vínculos y
compatibilidades no me estoy refiriendo a la aceptación acrítica de los
vínculos y compatibilidades que le vienen de la contraparte, sino de
aquellos que el sindicalismo se propone así mismo. Y para mayor
abundamiento expositivo, ahora de manera un tanto castiza: el proyecto
sindical no puede ser un conjunto de tapas variadas sin conexión entre
sí; debe proponer un menú compatible desde los entremeses hasta el
postre, incluido el café, copa y puro. ¿O es que no se deben establecer
los vínculos (también las prioridades) entre las políticas de empleo y
la cuestión medio ambiental? ¿O entre las anteriores y el diseño de una
profunda reforma de las políticas de welfare? O si se me exige más, ¿es
lógico que el sindicalismo plantee la democratización de la empresa sin
proponerse así mismo una ambiciosa reforma de auto democratización? Lo
cierto es que, salvo muy contadas excepciones, el sindicalismo
confederal ha sido poco capaz de conectar sus reivindicaciones
parciales con un serio proyecto general, por indicativo que éste fuera.
1.-- La empresa (o el centro de trabajo, para estos efectos da lo
mismo) ha cambiado espectacularmente, mientras que el sujeto social no
lo ha hecho de forma tan amplia y rápida. Hablando de estos asuntos, he
calificado esta situación como el prototipo de la asimetría. No me
estoy refiriendo a la tradicional distancia entre los poderes que
existen en la empresa y centro de trabajo, sino a un conjunto de
elementos que alargan la distancia entre el dador de trabajo y el
sujeto social: la empresa es hoy el paradigma de la globalización,
mientras que el sujeto social sigue anclado en una especie de autarquía
corporativa; la empresa provoca grandes cambios tecnológicos y sistemas
de organización del trabajo innovados, mientras que el sujeto social
sigue por lo general en el paradigma fordista; la empresa está
conociendo una importante legitimación social, mientras que el
sindicalismo no la tiene con el mismo diapasón. Y como telón de fondo,
ahí está, ahí está (viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá) un
interesante problema: si tiene sentido lo que afirma el maestro
iuslaboralista Umberto Romagnoli-- la empresa no es democrática porque
en ella no se produce la alternancia de poderes-- ¿el intento de
democratizar la empresa se convierte aporía o vale la pena seguir
dándole vueltas a la cabeza? Mi respuesta a la provocación romagnoliana
es: el problema que tenemos es la utilización de una formulación
política (democracia) en la esfera de la empresa porque, sencillamente,
todavía no se dispone de otra categoría conceptual. Así las cosas,
utilizaré este concepto: la intervención sindical en la empresa para
crear la mayor densidad de democratización posible.
En todo caso advierto de algo que me parece incomprensible: la empresa,
en tanto que producto de un proceso histórico, casi no ha concitado
reflexiones tanto por parte del sindicalismo como de la izquierda
política; este ha sido tradicionalmente un campo exclusivamente en
manos de la economía y más recientemente de la sociología. Las cosas
siguen tres cuartos de lo mismo, a pesar de que (como ya se ha dicho)
la empresa conoce unos momentos de gran relegitimación, también como
centro propulsor de mensajes culturales y políticos.
2.-- Un servidor parte de una consideración elemental: los asalariados
no son indiferentes a cómo es el centro y el puesto de trabajo. Esta no
indiferencia queda probada por el largo íter reformador el sindicalismo
en aras a la humanización del trabajo y la democraticidad de la
empresa, mediante las diversas modalidades del ejercicio del conflicto
social. Este es un camino que debe continuar en las nuevas condiciones
del capitalismo realmente existente, pero propongo que sea de manera
conscientemente reformadora. Esto es, como parte fundamental del
proyecto sindical. Ello implicaría la asunción de esta tríada:
democraticidad, humanización y eficiencia en el centro de trabajo.
Pero, comoquiera, que debe tener sus vínculos, no se trataría de una
tríada (cada cosa por su lado sin conexión alguna): hablaremos de
triángulo.
Partamos, pues, de la empresa que tendencialmente se está imponiendo.
Que, como se ha dicho, ya no es fordista. Manuel Castells diría la
empresa informacional, Riccardo Terzi hablaría de la empresa molecular,
y otros de la empresa postfordista. Bien, aterrizaré un poco,
utilizando una vieja metáfora: el agente general de la gran industria
ya no es la máquina de vapor (Watt), ni tampoco la cadena de montaje
(Ford), ahora lo es la red. Es con este chisme (la red, el nuevo agente
general de la gran industria) con quien debe echar sus cuentas el
sindicalismo confederal, el sujeto social. Y es en ese territorio donde
debe medirse quien proponga la democraticidad de la empresa, la
humanización del trabajo y la eficiencia. Por otra parte, la vastísima
y vertiginosa innovación tecnológica está siendo gestionada mediante el
instrumento de la flexibilidad. La novedad es que la flexibilidad ya no
es algo contingente que aparece de higos a breves sino un “método” de
largo recorrido, que no ha hecho más que empezar. El gran problema que
trae de cabeza al sindicalismo confederal es el poder unilateral del
dador de trabajo sobre la flexibilidad. Este decisionismo vertical (sin
controles y reglas, sin convenciones negociadas y sin las necesarias
tutelas) está convirtiendo la flexibilidad en una pesada patología
social. De ninguna de las maneras estoy añorando el viejo fordismo;
simplemente relato las actuales novedades. En definitiva, no es la
innovación tecnológica quien interfiere las condiciones de trabajo sino
la flexibilidad unilateral (no negociada) la que arremete contra las
condiciones para el trabajo y las condiciones del trabajo, y quien pone
en entredicho los poderes y garantías que el sindicalismo confederal
había ido conquistando, también con la ayuda inestimable que le deparó
su vieja pareja de hecho, el iuslaboralismo.
De manera que intervenir en el “triángulo” (democraticidad,
humanización del trabajo y eficiencia de la empresa) significa hincarle
el diente al aparato de la flexibilidad que ya es inmanente. La idea es
convertir su actual carácter patológico en búsqueda de oportunidades y
autonomía. Hablando en plata: en humanizar el trabajo. Porque sin
humanizar el trabajo es dudoso que se consiga la suficiente agregación
de fuerzas para ir ampliando los niveles de democraticidad; y sin lo
anterior, la empresa tendrá no pocos burgos podridos de ineficiencia.
De donde se colige que debe revisarse el concepto (y su algoritmo
correspondiente) de la productividad. Parece evidente que las
anteriores cuestiones pueden provocar un evidente y fecundo contagio a
la práctica global del sindicalismo.
Ahora bien, la humanización del trabajo pasa, a mi parecer, por la
necesaria intervención del sujeto social en todo el entramado de los
sistemas de organización de la producción-- según sea el carácter de la
empresa-- de bienes y servicios. Y aquí, al menos en el caso español,
sigue pendiente una vieja batalla, esto es, ¿quién diseña los sistemas
de organización de la producción? En nuestro caso, el dador de trabajo
tiene el poder unilateral (y el instrumento del ius variandi) para
definir tales sistemas. Y para mayor precisión diré: el dador de
trabajo impone el uso de tales sistemas organizacionales, dejando al
sindicalismo el ya limitado papel de intervenir en el abuso. Es decir,
si los sistemas de organización del trabajo es la “Constitución de la
producción” hecha carne, materializada, esta “Carta Magna” la escribe e
impone sólo (y solamente) el dador de trabajo, dejando que su abuso sea
corregido por unos u otros derechos. Estos, siendo importantes, no
modifican las causas primeras del mal uso empresarial. Por ejemplo, la
siniestralidad laboral es el resultado de unos defectuosos sistemas
organizacionales; el mundo de los derechos y garantías, al no entrar en
las causas primeras (la organización de la producción) se limitan a
paliar los efectos de la nocividad y morbilidad que producen aquellas.
De ahí que sea importante, según creo, que el sujeto social (el
sindicalismo en el centro de trabajo) se plantee en su proyecto
reformador del “triángulo” el instrumento de la codeterminación de las
condiciones de trabajo, que ciertamente sería el acompañante más eficaz
de la flexibilidad, al ser ésta negociada. Entiendo por codeterminación
el permanente instrumento negocial (entre el sujeto social y el dador
de trabajo) de todo el universo de la organización del trabajo y los
procesos de innovación tecnológica. Tendría como puntos de apoyo: el
trabajo en equipo; la capacidad del grupo de trabajo en la intervención
e interacción sobre las decisiones de otros grupos o centros de
decisión; un sistema de formación permanente; y el derecho de los
trabajadores a experimentar nuevas formas de organización del trabajo.
En resumidas cuentas, es un método de fijación negociada, un punto de
encuentro, anterior a las decisiones “definitivas”. Es claro que deben
ponerse sus normas adecuadas, capaces de definir los dos roles
presentes en el centro de trabajo: de un lado, la propiedad; de otro,
el sujeto social.
3.-- Es claro que la co-determinación propone una elevación de los
saberes y conocimientos del sindicalismo confederal; y, también, se
diría que la co-determinación pone al sujeto social en vilo constante.
Porque le presiona para proponer y negociar las (imprescindibles)
políticas formativas, capaces de establecer una relación entre cambio
tecnológico, control negociado de la flexibilidad y aptitudes
socioprofesionales de la persona concreta que trabaja. Es decir, una
formación permanente (mejor a lo largo de todo el curso laboral de la
persona) orientada no al trabajo abstracto sino al trabajo concreto.
Y ni que decir tiene, la co-determinación como elemento de gobierno y
control de los tiempos de trabajo y su relación con los tiempos
extralaborales. Este asunto me parece de capital importancia, y temo
que el sindicalismo (obsesionado por la semana de 35 horas) le concede
menos importancia al gobierno y control del tiempo. Y diría más, una
cosa son los horarios de trabajo, y otra (bien diversa) son los tiempos
de trabajo. Bienvenida, claro está, la reducción de la semana laboral,
pero me parece que la ausencia de una reflexión sindical sobre los
tiempos de trabajo y su compatibilización con los tiempos de vida, le
está jugando una mala pasada. Hablo de tiempos de trabajo porque no es
igual la visión que tienen las mujeres de ese asunto que la mirada de
los hombres; y no se parece en nada las culturas de la juventud sobre
el tiempo de trabajo que la que sigue disponiendo el trabajador más
veterano, acostumbrado a la sincronización del tiempo, concebido,
diseñado e impuesto por el sistema fordista.
4.-- He partido de la hipótesis de que no parece fácil la
democratización de la empresa si no es a través de un proyecto
omnicomprensivo del sujeto social que ligue todos los lados del
“triángulo”. Ahora bien, ¿no estará más legitimado el sindicalismo en
la propuesta democratizadora si procediera simultáneamente a su propia
autorreforma cultural y organizativa? Se trata, ciertamente, de un
proyecto que se proponga la reunificación de las diversas
subjetividades del mundo laboral en el centro de trabajo: categorías
profesionales, trabajadores fijos, atípicos, subcontratados, mujeres,
jóvenes, veteranos, valorando apropiadamente tanta diversidad. Y, a la
vez, rehuyendo la cómoda práctica del “café con leche para todos”, como
vieja secuela de la época fordista. Reunificar no quiere decir, en este
caso, las viejas conductas igualitaristas. Ocurre, sin embargo, que
como estamos hablando de democratización, todo proyecto sindical debe
ser elaborado con los niveles más altos posibles de participación
activa e inteligente. O lo que es lo mismo, se trata del sindicalismo
de los trabajadores, y no del sindicalismo para los trabajadores.
También porque no se tiene tanta autoridad para exigir a la contraparte
conductas democráticas si en la casa del herrero se utiliza un cuchillo
de palo. En otras palabras, la co-determinación desafía al sujeto
social a plantearse su propia reforma democrática.
En este sentido, la elaboración de las demandas reivindicativas (la
plataforma), la decisión de aprobarlas, el delicado proceso del “do ut
des” ante la contraparte, el hipotético recurso a cualquier expresión
del conflicto social, de un lado; y, de otra parte, la elección de
quién negocia y ostenta la representación, deben ser objeto de una
mayor densidad participativa. Hablamos de participación porque también
las grandes transformaciones en el centro de trabajo han puesto en
entredicho las viejas formas participativas. Pero, igualmente, es
cierto que las innovaciones tecnológicas favorecen nuevos modos de
encuentro y debate, virtuales o écuménicas. Lo que no tiene sentido
democrático es la vieja consideración de que para decir ¡no! es
suficiente con el pronunciamiento de la dirección sindical, pero para
dar el acuerdo es necesario un baño democrático. Estos eran algunos de
los comportamientos de la vieja época fordista que ya no cuadran con la
necesidad de participar ante los nuevos desafíos y ante la emergencia
de un mayor deseo libertario de las nuevas generaciones.
5.-- La pregunta inquietante podría ser: ¿cuenta el sindicalismo
confederal con un apropiado general intelled para abordar este
torbellino de retos que ya están en curso? Me gustaría contestar
afirmativamente. Y, de paso, aprovecho la ocasión para decir
desparpajadamente que las gentes de mi generación podíamos haber hilado
más fino y dejar una herencia más copiosa. Pero no supimos o no pudimos
más. Pero, sin justificación alguna, debo aclarar que los sindicalistas
de mis tiempos ni siquiera recibimos herencia alguna: sobre los
cascotes del viejo “sindicato” de la Dictadura construimos un nuevo
edificio. Y es, ahora, a las nuevas levas sindicales a quienes les toca
la responsabilidad de, estando así las cosas, avanzar en un proyecto
reformador y la manera de organizarlo.
Un proyecto, digo, que sintetice las grandes experiencias que vienen
desde la acción colectiva y la inteligencia de quienes participan desde
los centros de trabajo, constantemente verificado en sus contenidos y
en las prioridades establecidas. Y para ello tiene el mayor interés que
el sujeto social (en este caso, el sindicato general) acumule el mayor
grosor posible de sabiduría colectiva (general intelled, dicho
marxianamente). Porque hoy cada vez tiene más significación afirmar que
el conflicto social es, por encima de todo, un conflicto de
conocimientos y saberes. De ahí que parezca necesario que el sujeto
social establezca la mejor relación con el mundo de los saberes, tanto
técnicos, como científicos y de las humanidades. Yo viví una época en
que (visto a toro pasado) dogmatizamos acerca de que el sindicalista se
hacía en la lucha y ejerciendo su actividad. Naturalmente, no lo
impugno totalmente; pero, ahora (y a partir de ahora) aquella
formulación es asaz limitada y esquemática. Nosotros no hicimos mal
papel, pero teníamos las cosas relativamente más fáciles. Es más, en
aquellos viejos tiempos la distancia cultural entre el dirigente
sindical y el trabajador era más amplia que ahora. Pero lo que cuenta,
en las actuales circunstancias, es el enorme desafío ante los problemas
de civilización que tenemos delante de nuestros ojos, de un lado; y, de
otra parte, que los mánagers han avanzado considerablemente en sus
conocimientos y técnicas. De ahí que la pugna por los saberes y
conocimientos debe ser, para avanzar en el proyecto democratizador, el
abc.
Así pues, el diálogo entre sindicatos y la intelligentzia es
fundamental. Naturalmente estará lleno de tensiones y asperezas. Pero
esta es la naturaleza lógica de las cosas. Pongamos un ejemplo, ¿acaso
no existe tensión (de momento submergida) entre los iuslaboralistas y
el mundillo sindical con relación a la flexibilidad?, ¿no es verdad que
existen asperezas entre el iuslaboralismo, más atento a la práctica
lege ferenda que los dirigentes sindicales, más preocupados por la
práctica de la negociación colectiva? De ahí que se pueda exclamar:
benditas asperezas y tensiones. Porque significa que se discute o, por
mejor decir, se debería discutir más a pierna suelta.
En resumidas cuentas, más saberes para todos. De ahí que crea
conveniente desempolvar una vieja propuesta que hice en otros tiempos:
el Estatuto de los Saberes y Conocimientos. Pero ¿qué es eso? Como
diría el viejo Jorge Manrique recuerde el alma dormida la delicada
atención que pusieron los pioneros del movimiento obrero de antaño con
relación al tema de la enseñanza. Y avive el seso y despierte cayendo
en la cuenta de la gran preocupación que tuvieron por la cultura de los
trabajadores gentes como Anselmo Lorenzo, Pablo Iglesias, Salvador
Seguí y Joan Peiró, entre otros muchos. Parece que todavía resuenan los
viejos lemas de enseñanza libre, laica y gratuita. ¿No ha llegado el
momento de proponer la enseñanza digital libre y gratuita? Y, partiendo
de esa cuestión ¿no sería importante sistematizar todos los derechos de
ciudadanía que se exigen, en esta fase de grandes transformaciones de
época, bajo el paraguas de más saberes para todos? Porque lo cierto es
que tales cambios están provocando la brecha digital, el digital
divide, con todas las vastas (y peligrosas) marginaciones, exclusiones
y descohesión social, de las que pienso que todavía no se es plenamente
consciente de su amplitud y repercusiones para hoy, mañana y pasado
mañana.
En definitiva, quiero decir que no me parece viable un proyecto
reformador del movimiento organizado de los trabajadores si no se parte
de una atención suficiente al problema de la enseñanza, de los
conocimientos y saberes.
Metiendo Bulla
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