PUERTO RICO ¡LIBERTAD!
!VIVA SU GENTE, EL PUEBLO DE PUERTO RICO, QUE LUCHA DIA A DIA PARA EMANCIPARSE COMO COLONIA DEL TIO SAM!
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Puerto Rico y las nuevas estrategias del sindicalismo norteamericano
Mientras en el 1948 el 35% de los trabajadores del sector
privado de los Estados Unidos estaban organizados en sindicatos, para
el 2004 la cifra se había reducido al 7.9%. En Puerto Rico la cifra de
densidad sindical en el sector privado es bochornosa, ya que es de
aproximadamente un 2%.
11-01-2008 - ¡Obreros del mundo uníos! -Carlos Marx.
El que habla de organización, habla de oligarquía. -Robert Michels
Los sindicatos norteamericanos están en peligro de extinción. “¡Podemos
desaparecer!,” me comentó hace un tiempo Dennis Rivera, reconocido
líder de la SEIU. Las cifras hablan por sí solas. Mientras en el 1948
el 35% de los trabajadores del sector privado de los Estados Unidos
estaban organizados en sindicatos, para el 2004 la cifra se había
reducido al 7.9%. En Puerto Rico la cifra de densidad sindical en el
sector privado es bochornosa, ya que es de aproximadamente un 2%. Los
días de cuando los líderes obreros se reunían a fumar tabacos con los
gerentes del capital son recuerdos de una era pasada.
Dado esta situación precaria, los sindicatos norteamericanos buscan
estrategias novedosas de organización. Entre las estrategias para
renovar los sindicatos están la organización de sindicatos minoritarios
(“minority unions”), solidaridad con los centros obreros (“workers
centers”) de inmigrantes y la organización de los llamados sindicatos
“globales” (“global unions”). Aunque estas estrategias son muy
prometedoras, la historia de Puerto Rico con los sindicatos
norteamericanos nos obliga a ser un poco cautelosos con las últimas dos
de estas estrategias y prestar aviso sobre sus posibles limitaciones.
Los Sindicatos Minoritarios
Un sector de los sindicatos norteamericanos, entre ellos los United
Steelworkers, buscan que los patronos reconozcan sindicatos sin apoyo
mayoritario de los trabajadores en las elecciones sindicales dirigidas
por la Junta Nacional del Trabajo (el “NLRB,” por sus siglas en
inglés). Los Steelworkers buscan que los patronos reconozcan sindicatos
minoritarios, o “minority unions,” con la capacidad de negociar
convenios “solo para miembros” (“members only contracts”).
Recientemente, los Steelworkers presentaron al NLRB una petición para
enmendar su reglamento para estos fines. (1)
Aunque el NLRB determinó hace muchos años que los patronos no tienen el
deber de negociar con sindicatos que no cuentan con el respaldo de una
mayoría de los trabajadores de una unidad apropiada, el profesor
Charles Morris argumenta en su nuevo libro The Blue Eagle at Work:
Reclaiming Democratic Rights in the American Workplace, que el texto de
la Ley Nacional de Relaciones del Trabajo (la “NLRA,” por sus siglas en
inglés) no prohíbe el reconocimiento de sindicatos minoritarios, sino
que, al contrario, estipula que los trabajadores tienen el derecho a
negociar colectivamente por medio de representantes escogidos por ellos.
El profesor Morris y los Steelworkers también argumentan que según el
historial legislativo de la NLRA, el Congreso nunca intentó quitarle
legitimidad a los sindicatos minoritarios cuando aprobó la NLRA, los
cuales existían a plenitud antes que el NLRB destruyera su legitimidad.
Según Morris, el Congreso intentó por medio del NLRA crear una
“democracia industrial” en donde los trabajadores obtuviesen paridad de
poder de negociación con el patrono. Para tales fines, la NLRA otorgó
el derecho de representación exclusiva a los sindicatos que obtuvieran
una mayoría de votos en elecciones sindicales, como un derecho
adicional a los ya existentes en la década del 30, cuando se creó la
ley. La NLRA nunca intentó destruir los derechos de los sindicatos
minoritarios.
Según Morris, la historia legislativa del estatuto muestra que su
creador, el Senador Wagner, entendía que un sindicato minoritario podía
ser un “primer paso” hacia la meta de representación exclusiva y por
eso no eliminó su legalidad.
Dado que hoy los patronos intimidan a los trabajadores para que voten
en contra del sindicato en elecciones sindicales, hace sentido que los
sindicatos vuelvan a sus raíces y negocien convenios “sólo para
miembros” y le demuestren a los trabajadores, poco a poco, su
relevancia y efectividad para eventualmente obtener la representación
exclusiva de la unidad apropiada.
Los Centros Obreros
Una segunda estrategia para renovar el sindicalismo norteamericano es
crear alianzas con los llamados centros de obreros (“worker centers”).
Los centros obreros han sido creados por activistas obreros, de
derechos civiles y de inmigrantes al márgen de los sindicatos
oficiales. Una importante estudiosa de este fenómeno, Janice Fine,
describe en su libro, Workers Centers: Organizing Communities at the
Edge of a Dream, a los centros obreros como organizaciones de base,
creadas por trabajadores inmigrantes, en su mayoría, que buscan no tan
solo la representación de sus intereses como empleados, sino también
servicios sociales. Para satisfacer las más urgentes necesidades de los
trabajadores inmigrantes, los centros obreros presentan demandas
legales por incumplimiento de contrato en contra de patronos. En
algunos casos, los centros obreros organizan piquetes, otros actos de
presión directa y, aún en otros casos, organizan a los trabajadores en
sindicatos. Algunos centros obreros también proveen clases de inglés y
servicios legales de todos tipos, entre otros servicios.
Entre los centros obreros más sobresalientes está el Taxi Workers
Alliance de Nueva York, el cual recientemente movilizó miles de
taxistas en una huelga para que la ciudad de Nueva York no los vigile
con sistemas de posicionamiento global (GPS), los cuales violan la
privacidad de los taxistas.
Los centros obreros también fueron fundamentales para las grandes
concentraciones de inmigrantes el primero de mayo de 2006, en donde
millones de personas marcharon a favor de los derechos de los
inmigrantes.
Inicialmente, algunos sindicatos de la AFL-CIO miraban con desdén a los
centros obreros porque los inmigrantes compiten por los trabajos de los
trabajadores sindicalizados. Sin embargo, la AFL-CIO se ha visto
obligada a crear una relación con los centros obreros porque estos han
explotado en número en los pasados 15 años. Mientras había solo 10
centros obreros en 1990, hoy hay más de cien.
La AFL-CIO ha dicho que los centros obreros no deben temerle a ella
porque esta no le interesa afiliar los centros obreros formalmente y
limitar su autonomía e integridad organizativa. La AFL-CIO dice que
solo le interesa coordinar acciones con los centros obreros. Sin
embargo, está todavía por verse cómo se desarrollará esta relación.
Los Sindicatos Globales
Finalmente, los sindicatos norteamericanos están promoviendo la
creación de sindicatos “globales” con la intención de darles una
estructura organizativa global a los trabajadores durante estos tiempos
en donde el capital es transnacional y no reconoce fronteras nacionales.
A pesar de su nombre, sin embargo, no todos los llamados “sindicatos
globales” tienen estructuras jerárquicas con márgenes definidos – o
sea, no son organizaciones formales-- sino que funcionan como redes de
organizaciones sindicales y activistas sociales entrelazados por
necesidades prácticas de organización y lucha en contra de patronos
específicos. Como se describe en el libro Global Unions: Challenging
Transnational Capital Through Cross Border Campaigns, editado por Kate
Bronferbrenner, la SEIU, por ejemplo, efectúa una campaña para
organizar trabajadores de la industria de seguridad privada en las
llamadas “ciudades globales” en donde operan corporaciones
transnacionales de seguridad privada y donde se pueden lanzar campañas
en contra de una misma compañía en múltiples localidades
simultáneamente. (2)
Los sindicatos globales fundados por varios sindicatos
“internacionales” norteamericanos también tienen campañas en Asia,
sobre todo en la industria de la aguja, en América Latina,
principalmente en la industria agrícola, en los muelles europeos, entre
otros lugares.
Aunque la organización de sindicatos globales llena de entusiasmo a
muchos activistas, estos no están libres de controversia. Debido al
historial del colonialismo entre el Norte y el Sur, existe un gran
debate sobre el neo-colonialismo entre sindicatos. Los sindicatos de la
India, por ejemplo, miran con mucho escepticismo cualquier llamado a la
solidaridad internacional porque los sindicatos británicos apoyaron el
colonialismo de la India y la sumisión de los sindicatos y obreros de
la India al sistema de explotación y dominación colonial británico. (3)
Para mejorar las relaciones entre activistas del Norte y el Sur,
algunos sindicatos como la SEIU han declarado que su intención no es
organizar a los trabajadores bajo la bandera de la SEIU, sino cooperar
con activistas en otros países, coordinar ciertas actividades y
planificar campañas en contra de patronos particulares. (4)
Puerto Rico y el Sindicalismo Norteamericano
Puerto Rico tiene mucho que enseñarle al sindicalismo norteamericano en
estos tiempos de “globalización” y reorganización sindical debido a
nuestra rica experiencia con estas organizaciones.
Primero, nuestra experimentación con sindicatos que no cuentan
necesariamente con el apoyo mayoritario de los trabajadores – las
llamadas uniones bonafide bajo las leyes 134 y 139 del 1960 y 1963,
respectivamente-- se asemejan en muchas maneras a las llamadas uniones
minoritarias. Las bonafides lograron durante la década de los 70
dirigir importantes luchas de agitación en un momento de nuestra
historia en donde los Sindicatos oficiales, la mayoría afiliados a la
AFL-CIO, estaban moribundos y eran cómplices de los patronos. De esta
manera, la uniones minoritarias cumplen un rol positivo, dado ciertas
circunstancias.
Más aún, algunas de las bonafides pudieron sobrepasar la agitación.
Algunas llegaron a firmar cartas contractuales y a representar
trabajadores en negociaciones con el patrono. Entre los sindicatos
bonafide más efectivos está la Hermandad de Empleados No Docentes de la
Universidad de Puerto Rico (“HEEND”), la cual ha podido firmar
convenios colectivos como si fuese un representante exclusivo de los
empleados.
Sin embargo, no todas las uniones bonafide lograron lo que logró la
HEEND, por razones demasiado complejas para estudiar en este artículo.
Muchas no firmaron convenios ni podían negociar con el patrono en
representación de los empleados. Es por esta razón que algunas uniones
apoyaron la Ley 45, la cual ahora le brinda el derecho de
representación exclusiva a los sindicatos del sector público.
Si los Steelworkers se salen con la suya, el problema de representación
no existirá, sin embargo, porque los sindicatos minoritarios tendrán el
derecho de negociar colectivamente para sus miembros, cosa que las
bonafide no tenían, ni tienen.
Puerto Rico también tiene algo que aportar al debate sobre los centros
de obreros. Aunque no contamos con una experiencia de centros obreros
en Puerto Rico, tenemos una experiencia de organizaciones obreras que
se han relacionado con sindicatos “internacionales,” o sea,
norteamericanos, a veces ganando, y otras veces perdiendo en el
proceso. En su necesidad de afiliar trabajadores y cobrar cuotas,
algunos sindicatos internacionales, como lo fue recientemente en el
caso de la American Federation of Teachers (AFT) con la Federación de
Maestros, han combatido con uñas y dientes cualquier intento de
desafiliación sindical, destruyendo, de esa manera, vínculos de
solidaridad con un importante sector del movimiento obrero y
progresista de Puerto Rico.
Hoy, la SEIU y la Asociación de Maestros han declarado su intención de
afiliarse en contra de la Federación de Maestros, siguiendo este
lamentable patrón de conflictos entre sindicatos independientes e
“internacionales.” Todos sabemos la guerra que se dará entre ambas
organizaciones: en un lado estarán aquellos tildados de “colonialistas
sindicales” y en el otro, los tildados de “ultra-izquierdistas
nacionalistas,” cada uno buscando adeptos y cómplices dentro de las
líneas obreras y en los movimientos progresistas de Puerto Rico.
En otras palabras, los centros obreros corren un peligro real de ser
absorbidos a las burocracias sindicales por medio de su relación a los
sindicatos de la AFL-CIO y, por ende, tienen que velar por su
integridad organizacional. Este peligro también puede llevar a
conflictos entre los centros obreros y las uniones internacionales.
Lo que nos trae a un tercer punto sobre Puerto Rico y las estrategias
de los sindicatos norteamericanos: desde finales de la década de los 90
hemos visto en Puerto Rico el resurgimiento de la guerra entre
sindicatos internacionales e independientes. Los líderes sindicales de
las internacionales norteamericanas reconocen que su presencia en
países del Sur, como le es Puerto Rico, puede crear conflictos con los
activistas locales. Es por esta razón que las uniones internacionales
norteamericanas prefieren establecer redes y relaciones de cooperación
internacional cuando organizan sindicatos globales y prefieren no
afiliar obreros de otros países formalmente a sus estructuras. Sin
embargo, en Puerto Rico, lo opuesto ocurre, no solo con la SEIU, sino
con la AFT, AFSCME y otras internacionales. Claro, las uniones
internacionales de los Estados Unidos pueden operar aquí como en Nueva
York, California y Iowa, y no necesariamente como en la India,
Inglaterra o Panamá, lo que hace la dinámica institucional de ellas
aquí algo distinto.
Pero la realidad es que Puerto Rico es una nación –si no jurídica,
sociológicamente hablando-- y debido a esta realidad, los sindicatos
norteamericanos deben operar de manera parecida a como dicen operar en
otros países del Sur. En concreto, esto quiere decir que estos pueden
afiliar trabajadores de manera formal, como lo hacen hoy en Puerto
Rico, cuando sea necesario y cuando los sindicatos de la isla quieran
afiliarse a ellos, pero también deben ser sumamente sensitivos a los
reclamos de los activistas de la isla. Para estos fines, los sindicatos
norteamericanos deben forjar un tratado o convenio de jurisdicción con
los sindicatos de la isla y así evitar la piratería y los conflictos
entre ellos. Si no, seguiremos viendo el fuego cruzado entre los
llamados “colonialistas sindicales” y la “ultra izquierda” mientras el
sector patronal camina felizmente al banco y los obreros viven de un
mísero salario mínimo sin más beneficios que aquellos impuestos por ley.
Sin duda, vivimos tiempos donde los trabajadores y sus organizaciones
existen precariamente –y la cosa se pone peor. La solidaridad
internacional es imprescindible, pues no hay manera de combatir el
capital global con organizaciones puramente nacionales. El llamado de
Marx por la unidad obrera internacional grita más fuerte que nunca. Sin
embargo, los intereses de supervivencia organizacional algunas veces se
anteponen a la solidaridad. Las alianzas entre los sindicatos
internacionales norteamericanos y los centros obreros y las llamadas
uniones globales pueden sufrir, entonces, de estrangulamiento por los
sindicatos establecidos si no se cuidan. Cómo salir de esta “jaula de
hierro” para crear una solidaridad organizada es la gran tarea que
tenemos todos los qué estamos enraizados en el sindicalismo y anhelamos
un mundo de solidaridad y no de avaricia.
César F. Rosado Marzán: Abogado laboral y Becario Visitante del
Institute of Law and the Workplace de Chicago-Kent College of Law,
Illinois Institute of Technology.
Notas
1. Véase Petition of United Steel, Paper and Forestry, Rubber,
Manufacturing, Energy, Allied Industrial and Service Workers
International Union, AFL-CIO and other labor organizations, as
“interested persons” under 29 U.S.C. Sec. 2(1), 29 C.F.R. Sec. 102.124,
5 U.S.C. Sec. 551(2) and 5 U.S.C. Sec. 553(e).
Otros sindicatos norteamericanos que firmaron la petición incluyen la
United Electrical, Radio and Machine Workers of America, la California
Nurses Association, la International Association of Machinists and
Aerospace Workers, la United Automobile, Aerospace and Agricultural
Implement Workers of America, la Communication Workers of America, y la
International Brotherhood of Electrical Workers. Numerosos profesores
de derecho laboral también firmaron la petición. Las centrales
sindicales AFL-CIO y Change to Win no firmaron la petición, sin embargo.
2. Véase Amanda Tattersall, Labor-Community Coalitions, Global Union
Alliances, and the Potential of SEIU’s Global Partnerships, en Kate
Bronferbrenner, Global Unions: Challenging Transnational Capital
Through Cross Border Campaigns.
3. Véase Ashwini Sunkthakar y Kevin Kolben, Indian Labor Legislation
and Cross-Border Solidarity in Historical Context, en Kate
Bronferbrenner, Global Unions: Challenging Transnational Capital
Through Cross Border Campaigns.
4. Véase Tatersall, supra nota 3.
Fuentes
• Kate Bronferbrenner (editora), Global Unions: Challenging
Transnational Capital Through Cross-Border Campaigns, ILR Press-Cornell
University, 2007.
• Janice Fine, Worker Centers: Organizing Communities at the Edge of a
Dream, Economic Policy Institute, ILR Press-Cornell University, 2006.
• Charles Morris, The Blue Eagle at Work: Reclaiming Democratic Rights
in the American Workplace, Cornell University Press, 2005.
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