Aqui, de acuerdo a Ley también esta prohibido.
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Para Javier, afrontar la discriminación por tener VIH-sida significó recuperar su trabajo
SIDA: exclusión y estigma laboral
Alrededor de 150 mil trabajadores mexicanos han sufrido discriminación laboral por VIH-sida.
10-12-2007 - Para Javier Sandoval Reyes, de 28 años
de edad, su despido como servidor público bibliotecario del
ayuntamiento de La Paz fue inminente una vez que sus superiores le
exigieron diversas pruebas de VIH y el resultado fue positivo, a pesar
de que la Norma Oficial Mexicana para la Prevención y Control de la
Infección por Virus de Inmunodeficiencia Humana prohíbe que la prueba
se solicite como requisito para el acceso a bienes y servicios,
contraer matrimonio, obtener empleo, formar parte de instituciones
educativas o para recibir atención médica; y de que el Código de
Práctica sobre VIH/sida de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) establece que no debe haber discriminación contra los
trabajadores, basada en una infección real o percibida del VIH.
“El 24 de mayo de 2006 comencé con una infección en la boca. Días
después, me solicitaron en el trabajo un diagnóstico basado en la
demostración de los Ac anti HIV, que suelen aparecer en la sangre de
cuatro a ocho semanas después de la infección; y finalmente exigieron
la prueba confirmatoria Western Blot VIH–1. Las pruebas las solventé
yo. No recibía Seguro Social. El 13 de octubre del mismo año fui
despedido. Me pidieron que firmara un finiquito de mil 200 pesos,
cuando en principio me liquidarían con 9 mil pesos. No firmé. Decidí ir
a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Fui turnado una
y otra vez a otras dependencias sin ningún éxito. Finalmente, luego de
cuatro meses sin trabajo, levanté una demanda laboral contra el
ayuntamiento de La Paz, y fui a un periódico de circulación nacional
para dar mi testimonio. Entonces me proponen reintegrarme a mis
labores, con un sueldo de mil 500 pesos quincenales y Seguro Social. En
mi trabajo todos se enteraron de que soy portador de VIH”, comenta
Javier, quien tuvo el valor de hablar y denunciar la discriminación de
la que estaba siendo sujeto.
A su vez,
EL UNIVERSAL buscó el testimonio de la institución empleadora a través
de la abogada Wendy Belem Espinosa, quien tomó el caso jurídico de
Javier Sandoval, siendo subdirectora jurídica del ayuntamiento de La
Paz, la cual asegura que el despido de Javier fue injustificado por la
administración priísta que la antecedió. “Me comprometí a reinstalarlo,
por instrucciones del alcalde de La Paz, Agustín Corona Hernández. Se
le restituyó el cargo con sueldos retroactivos... hoy continúa
laborando con nosotros desempeñándose como un excelente trabajador que
ha demostrado su capacidad como servidor público en biblioteca. Javier
tuvo la valentía de denunciar y actualmente es quien imparte los
talleres informativos sobre VIH-sida en el ayuntamiento de La Paz”,
comenta.
Jorge Saavedra López, director del Centro Nacional para la Prevención y
Control del VIH-sida (Censida), confirma en entrevista con este diario
su “absoluto rechazo” a todo tipo de discriminación laboral a los
afectados por el sida y al “trato vejatorio” que reciben muchos de
ellos, así como a prácticas empresariales, “ilegales desde todos los
puntos de vista”, que obligan a los trabajadores a someterse a pruebas
para detectar el VIH como requisito para contratarlo o mantenerlo en
plantilla. “Ninguna empresa del extranjero debe exigir en México y a
trabajadores mexicanos pruebas de VIH-sida cuando en sus países no las
practican con sus propios empleados”, enfatiza.
Sin embargo, considera que el país ha tenido avances a través del
Consejo Nacional Empresarial sobre Sida (Conaes), que con el objetivo
de erradicar el estigma y discriminación relacionada al VIH-sida en el
lugar de trabajo, ha tenido impacto en alrededor de 150 mil
trabajadores mexicanos y en sus familias.
A su decir, el VIH-sida puede ser una enfermedad poco costosa y
manejable para los empleados seropositivos; sin embargo, con
estigmatización y discriminación a intramuros, puede convertirse en un
factor muy costoso no sólo para los empleados, sino para la
productividad y utilidad de la empresa.
De acuerdo con el Conaes, conformado por 30 empresas transnacionales
establecidas en nuestro país, el apoyo a estos empleados consistirá en
permitirles mantener su fuente de trabajo y en proporcionales
medicamentos cuando alguna institución de salud omita hacerlo.
Las pruebas de detección de VIH, con el propósito de excluir a
individuos seropositivos cuando están solicitando empleo, se conocen en
México como una herramienta de “manejo de riesgo”; sin embargo, según
expertos del Conaes, “es menos costoso tratar el VIH a largo plazo y
conservar la salud y productividad de un empleado, que ignorar la
condición y permitir que la infección del VIH se convierta en sida”,
comentan.
Para Juan Carlos Rodríguez y Gerardo Cabrera, directores de Impulso
—red de ONG mexicanas establecida para proveer asistencia técnica en la
implementación de políticas laborales frente al VIH-sida— “México debe
comprender las consecuencias económicas de no tener políticas óptimas
sobre el VIH-sida en el lugar de trabajo, ya que tres de cada mil
mexicanos viven con este padecimiento; la mayoría no está consciente de
su estado, y una gran parte de los que lo saben probablemente lo
oculten por temor a perder su empleo”.
Datos de la CNDH indica que de 1992 a la fecha, se han recibido 623
quejas por parte de personas con VIH por trato discriminatorio laboral;
una de éstas fue la interpuesta por Javier Sandoval , quien asegura que
su triunfo fue haber logrado hacerse visible para demostrar que un
seropositivo es tan o más capaz que cualquier otra persona en el ámbito
laboral y personal.
CRISTINA PÉREZ-STADELMANN
El Universal