De: "Carlos Franco Pacheco" <primerolagente@gmail.com>
Compañerit@s a propósito de la anulacion del proceso de concesión del agua en Huancayo, me permito compartir con ustedes esta bella
proclama del Jefe Seatle, un jefe Sioux. Hay que ver cuánta sabiduría,
cuánta honestidad, cuánto amor al prójimo se expresa en estas palabras,
espero que lo disfruten tanto como yo lo hago.-
Carlos Franco Pacheco
PIDHDD
*"LO QUE OCURRA CON LA TIERRA, RECAERÁ SOBRE LOS HIJOS*
*DE LA TIERRA. HAY UNA UNIÓN EN TODO"*
* El año 1854, el presidente de los Estados Unidos le hizo a una
tribu indígena la propuesta de comprar gran parte de sus tierras, ofreciendo
en contrapartida, la concesión de otra "reserva". La carta de respuesta del
Jefe Seatle, distribuida por la ONU (programa para el medio ambiente) y más
adelante publicada íntegramente, ha sido considerado, a través del tiempo,
como uno de los más bellos y profundos pronunciamientos hechos sobre la
defensa del medio ambiente.*
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¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?,
esta idea nos parece extraña.
Si no somos dueños de la frescura del aire y del brillo del agua,
¿cómo es posible comprarlos?.
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama
brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la
densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la
memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles
lleva con sigo la historia del hombre piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van
a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta
bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la
tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras
hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los
picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del
potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington manda decir que
desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco
dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. El será
nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a
considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta
tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que escurre por los
riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de
nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar de
que ella es sagrada, y deben enseñar a sus niños que ella es sagrada y que
cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos
y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de
mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan
nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras
tierras, ustedes deben recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son
nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, vosotros deberéis dar
a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Una
porción de tierra, para el tiene el mismo significado que cualquier otra,
pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que
necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la
conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no
se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le
importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados.
Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan
ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su
apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las vuestras.
Tal vez sea por que el hombre piel roja es un salvaje y no comprenda.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún
lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera, o el
batir las alas de un insecto. Más tal vez sea por que soy un hombre salvaje
y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Que resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario
de un ave o el croar nocturno de las ranas al rededor de un lago?. Yo soy un
hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del
viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por
una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las
cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre - todos
comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que
respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si
vendemos nuestra tierra al hombre blanco, el debe recordar que el aire es
valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que
mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también
recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben
mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre
blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre vuestra oferta de comprar
nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre
blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar.
Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el
hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre
salvaje y no comprendo como es que el caballo humeante de fierro puede ser
más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para
sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales?. Si todos los animales se
fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que
ocurra con los animales, en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en
todo.
Vosotros debéis enseñar a vuestros niños que el suelo bajo sus pies
son la ceniza de vuestros abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus
hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a
vuestros niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra
madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la
tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el
hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas
están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en
todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El
hombre no tejió el tejido de la vida; el es simplemente uno de sus hilos.
Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo
a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos
hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el
hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Vosotros podéis pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra
tierra; pero no es posible, El es el Dios del hombre, y su compasión es
igual para el hombre piel roja como para el hombre blanco.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador.
Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus.
Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente
iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna
razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel
roja. Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que
los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los
rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos
hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Dónde están los árboles?, desaparecieron. ¿Dónde está el águila?,
Desapareció.
Es el final de la vida y el inicio de la sobrevivencia.
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"¿Necesitaré pintaros los terribles males que de aguardar fríamente tan
bárbara invasión puede resultaros?" Juanito Mora 1856
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TLC y no lo dice La NaZión
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